En el año 1979 sólo había un negocio más rentable que la discoteca Studio 54 en Nueva York: la mafia.
De esto se jactaba Steve Rubell, uno de los propietarios. Arrestado por evasión de impuestos, acusó al mismísimo presidente Jimmy Carter de haber esnifado cocaína en aquel templo de la fiesta de Manhattan.
Las paredes de Studio 54 nunca van a hablar. Nunca se dirá lo suficiente —inventado, magnificado, o no— de lo que pasaba allí dentro. Sin embargo, quedan testimonios gráficos de la que ha sido considerada como la fiesta más loca y VIP de la América moderna. Gracias a las fotografías inéditas que Hasse Persson publica ahora, podemos hacernos una idea de cómo lo pasaban allí los Warhol, Capote, Mick Jagger, Elizabeth Taylor, Calvin Klein, Dalí, Jack Nicholson, Tina Turner, John Travolta, Cher o Elton John.
El gran fiestón duró poco, como era de prever. 33 meses del 77 al 80. Dos invitados inesperados aún revolotearían su reapertura tras el cierre por irregularidades financieras: el sida y la nueva-vieja moral de la era Reagan.
De una manera tremendamente macabra, el sida encarnaría al camarero que recoge las vasos tras la fiesta.
Luego, la moral de la era Regan justificaría aquella resaca mortal.
En adelante nada sería lo mismo.
Para el recuerdo quedan estas imágenes de una alegría en stand-by.
El sida y la moral de la América reaganiana fueron la resaca de aquellos 33 meses de fiesta en Manhattan
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